Miscelánea

Monterroso, Carlos
Las trampas de Occidente.
1a ed. - Buenos Aires: Editorial Dunken, 2008.
384 páginas - 23x16 cm.
ISBN 978-987-02-3507-01
Foto de tapa: M. Hagit
Corrección de estilo: Belén Ancizar
© 2008 Carlos Monterroso
 


Las trampas de Occidente se consigue en papel:

- En Jujuy:
Librería Rayuela
Belgrano 636
(4600) San Salvador de Jujuy, Argentina



- En Buenos Aires:
Gauderio Libros
Miller 2283 - C.A.B.A.- Argentina
Tel. (011) 4545-9615
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Descripción del libro




El libro no es sencillo de describir. Distintos lectores han hecho de él descripciones tan dispares que quizás sea esta policromía su principal característica.


 La mayoría de los lectores testeados, a su vez, coinciden en que el libro invita a la reflexión y funciona como un disparador de ideas, sin importar cuánto se comparta la ideología del autor.  

“Dicen que este es un libro mágico. [...] Posee la propiedad de decir distintas cosas a distintos lectores, como si una extraña niebla separara lo que se lee y lo que se piensa.”

El libro critica la esencia misma de la razón, de la matemática, de la lógica, de la causalidad.

El problema para acceder a la verdad
no son las mentiras sino las convicciones.

Friedrich Nietzsche

“Occidente sostiene que el dilema, la división de aguas, pasa por elegir o bien la lúcida razón, o bien el dogma supersticioso. Yo sostengo que la razón es también un dogma supersticioso.”

El libro también afronta la paradoja de criticar al propio lenguaje: 

“Aquí intento ensayar que este lugar desde el que yo escribo y ese lugar desde el que usted me lee son lugares básicamente artificiales, vacíos, caretas. Las palabras sólo sirven para lo que tiene poca importancia. Uno puede comprender el mundo grande cuando se han acallado las palabras.”  

La palabra fue y será sonido hueco.
Albert Einstein

El libro critica a la ciencia occidental y analiza dos ejemplos de errores científicos: la cirugía de amígdalas y el agujero en la capa de ozono. Propone que la actual creencia acerca del calentamiento global también está empapada de distorsiones típicas de nuestra cultura. 

“Algo aquí se complace cuando se prevé un futuro negro. Los malos pronósticos tienen en nuestra cultura una aprobación a priori, como si confirmaran una sospecha que todos ya teníamos.”  
 
Quizás la principal idea del libro se refiera a los desencuadres que produce basar nuestra identidad en el Yo:  

“El occidental cree que él es solamente su Yo. Sin embargo, aquí sostengo que el Yo es apenas un desdoblamiento interior del ser humano, un artificio, un satélite, una fantasía que intenta manejar teóricamente algunos aspectos del ser humano completo, el cual es un mamífero superior que sostiene a cada instante percepciones sutiles, procesos de pensamiento inconsciente e infinidad de funciones biológicas, emocionales y afectivas que el Yo ignora casi por completo.”  
 
El pensador es un ente ficticio, una ilusión de la mente.
Jiddu Krishnamurti  

La principal propuesta del libro quizás se refiere a aceptar que somos un animal espiritual (el “Self”) en quien –ensayo– reside nuestra esencia:  

“El Self es el capitán, el alma, el misterioso, el sabio emotivo, el niño que juega en nosotros, el animal encariñado, ‘el hombre intuitivo desbordante de alegría’ (Nietzsche), el único que tiene consistencia y sentido.”  

Todo mi yo es cuerpo.
Y el alma no es sino el nombre de algo propio del cuerpo.
Friedrich Nietzsche  

Las trampas de Occidente fundamenta y profundiza esta posibilidad con la expectativa de que el lector encuentre luego sus propios caminos:  

“Al poner el centro en un animal emocional que está entrañablemente unido a los otros seres del cosmos, estoy abriendo puertas y ventanas para que vuelva a entrar el aire fresco del espíritu a todos los rincones de Occidente. Al castigar los procedimientos occidentales de rigidización y negación estoy tratando de generar el silencio y el vacío que puedan recibir las novedades lozanas del espíritu.
Le estoy diciendo que usted todavía no ha escuchado las mejores melodías, lo estoy empujando a que vuelva a aguzar sus oídos, los suyos de cartílago, esos exactos que usted tiene. Yo apuesto a lo que usted escuchará. Occidente ha preferido enseñarle cómo era la melodía exacta que usted debía escuchar.”  

El libro, por momentos, es muy vehemente y critica con dureza a la cultura “culta” de Occidente:  

“Occidente puso como protagonista un cierto acartonado espíritu y nos obligó a prestar atención sólo al escenario de la espiritualidad oficial (la religión y el arte ‘culto’). Esto produjo que lo espiritual ya no pueda sorprendernos por detrás de las butacas ni asombrarnos en los rincones más vulgares. ¡Pero es así como se manifiesta el espíritu!”  

Si bien el libro es formalmente correcto y tiene un riguroso tratamiento del lenguaje, despliega un estilo acorde con su posición crítica, de modo que no usa la lógica ni los argumentos dialécticos para solventar sus puntos de vista. Mucho más: alerta varias veces al lector de que no tome muy en serio lo que está leyendo. La filosofía propuesta en el ensayo es practicada por el propio autor también por la forma en que impulsa al lector a posicionarse frente al libro.  

“Recuerde que estoy jugando. No soy un pensador serio. Creo que cualquier pretensión de coherencia aniquila la posibilidad de comprender.”  

Aunque muy apoyado en la Psicología y la Biología, el planteo del libro es de índole filosófica. Así, no parte de ningún dogma ni utiliza principios mágicos para fundamentar sus análisis (como, por ejemplo, la existencia de Dios o de una “Inteligencia” superior o Tao). 

Cualquier cosa que digan de Dios es falsa.
Meister Eckhart  

Los libros de autoayuda o filosofía moderna dan por descontadas algunas premisas: que de lo que se trata es de ser feliz, que tenemos que ser responsables, que existe un bien y un mal, que debemos cambiar, etc. En Las Trampas estas premisas se cuestionan.

La ideología del libro es amiga de Nietzsche, Krishnamurti, Einstein, Carl Gustav Jung, Wilhelm Reich, Fritjof Capra, Fritz Perls. Pero también es divergente de cada uno de ellos en temas cruciales.
El autor no se apoya en citas bibliográficas para solventar sus posturas, aunque se hace acompañar por 150 pensadores y artistas, a través de 440 citas.
Con numerosas citas aparecen Nietzsche, Krishnamurti, Einstein, Jung, Mónica Cavallé, Thérèse Bertherat, Herman Hesse, Wilhelm  Reich, Fritjof Capra, Eckhart Tolle, Lin Yutang, Lewis Carroll, Ernst Cassirer, Fritz Perls, Robert Louis Stevenson, Shakespeare,  Rabindranath Tagore y Kahlil Gibrán.
Con menos apariciones figuran Pitágoras, Heráclito, Aristóteles, Confucio, Lao Tsé, Nisargadatta, Cervantes, Miguel Ángel, Chopin, Beethoven, Meister Eckhart, Baruch Spinoza, Rousseau, Darwin, Chesterton, Edgard Rice Burroughs, Blaise Pascal, Oswald Spengler, Whitman, Emerson, Max Weber, C. S. Lewis, Bernard Shaw, Unamuno, Machado, José Ingenieros, Leopoldo Lugones, Roberto Arlt, Borges, Sábato, García Márquez, Octavio Paz, Saramago, Sándor Márai, Schopenhauer, Sigmund Freud, Lipovestky, Aldous Huxley, Desmond Morris, Paul Watzlawick, Thorwald Dethlefsen y Rüdiger Dahlke, John Pierrakos, Alice Miller, Pierre Grimal, Osho, Deepak Chopra, Anais Nin, Liz Greene, Ken Wilber, Norberto Levy, Gonzalo Suárez, Atahualpa Yupanqui y Alejandro Dolina, entre otros. También hay frases de la Biblia y el Popol-Vuh.
Además, se presentan frases de personalidades como Giacomo Casanova, Charles Chaplin, Luis Buñuel, Nelson Mandela, Jacques Cousteau, Gabriela Sabatini y Soledad Pastoruti.
Se incluyen fragmentos de letras de canciones de Mocedades, La Oreja de Van Gogh, Eladia Blázquez, Marilina Ross, Pedro Aznar, León Gieco y Sandro.

Las trampas de Occidente empuja al lector fuera del libro. El ensayo no conduce a sí mismo ni a ninguna teoría o doctrina. Se autodefine como efímero.  

“El lector habrá aprovechado quizás unos instantes la discutible luz de estas páginas para presentir sus próximos pasos. La vida vuelve a renacer. Los próximos capítulos los escribirá el lector.”

Índice del libro

  

Introducción.....................................................................................13
La novela de Occidente
............................................................19
La enfermedad de Occidente
................................................24

Primera Parte.............................................................................27
La trampa de la razón................................................................29
     La cirugía de amígdalas..................................................................29
     El pensamiento racional.................................................................30
     El aprendiz y el rabino....................................................................33
     La precariedad del pensamiento racional....................................35
     Idea y palabra rigidizadas..............................................................36
     La trampa de la fragmentación..................................................... 44
     Pensamiento único.........................................................................48
    ¿A dónde quiere ir usted?..............................................................50
     La extraña musicalidad del pensamiento occidental..................52
La trampa del lenguaje.............................................................57
     La trampa del verbo Ser.................................................................58
     Artificialidad de la palabra............................................................59
     El sujeto gramatical........................................................................62
La trampa de la Matemática.. ............................................65
     La trampa de la generalización......................................................67
La trampa del bien y el mal....................................................70
La trampa del esfuerzo.............................................................79
La trampa de la felicidad.........................................................83
La trampa del individuo...........................................................88
     El espejismo de la conciencia.......................................................92
     La fantasía de la competencia....................................................103
La trampa de la causalidad.................................................105
     La trampa de la causalidad en nuestro mundo interno.......... 110
La trampa de la ciencia..........................................................119
     La ciencia supersticiosa..............................................................124
     Ozono, calentamiento y superstición........................................129
Conclusiones de la Primera Parte...................................134
Carta al lector..............................................................................136

Segunda Parte......................................................................137
El pensamiento mágico............................................................140
     Las danzas de la lluvia..................................................................144
El pensamiento mítico..............................................................155
     Zeus llueve.....................................................................................159
Un conejo de la galera: el surgimiento del Yo............164

El mito del Sinaí...........................................................................168
La primera caída de los dioses en Occidente..............178
La segunda caída de los dioses en Occidente.............183

Tercera Parte.........................................................................187
El Self y el Yo................................................................................189
     El humano es un animal................................................................194
     Descripción del Self y del Yo.......................................................198
     Dinámica de Self y Yo...................................................................215
     La represión del Self y la invención del mal...............................225
     El Yo exacerbado del occidental..................................................232
     El aquietamiento del Yo y el surgir del Self................................235
La emocionalidad........................................................................242
El deseo............................................................................................250
     ¿La abolición del deseo?...............................................................252
La afectividad................................................................................255
     Enamoramiento y pareja................................................................258
     Maternidad y paternidad..............................................................270
     El duelo............................................................................................275
¿Qué le pasa al Yo occidental?...........................................282

Cuarta Parte...........................................................................287
El culto y el sabio........................................................................289
Respuestas de Occidente a las trampas........................293
     La refundación del monoteísmo..................................................294
     El perfeccionamiento del Yo........................................................298
     Juguemos en el bosque mientras el lobo no está.....................299
     El triste camino de la sonrisa...................................................... 300
     La occidentalización de la sabiduría oriental............................303
     ¿La espiritualidad de Occidente o el materialismo?.................305
El pensamiento animal............................................................308
El sentirpensar del Self.......................................................... 316
     El posicionamiento animal...........................................................323
     La “lógica” del Self.......................................................................325
     Los laberintos del Yo...................................................................333
El “método” del rompecabezas..........................................337
La trampa de la muerte..........................................................348
La trampa del sentido de la vida......................................364
Carta al lector..............................................................................371
Epílogo.............................................................................................373
Agradecimientos........................................................................375
Sobre la bibliografía.................................................................377

¿A quién podria interesar el libro?




Las trampas de Occidente es un libro atípico que hace honor a su título. Resultará apasionante para algunos occidentales y enojoso para otros.

Probablemente interesará al lector ávido y serio de más de 45 o 50 años. Quizás también a los lectores más jóvenes, en particular aquellos que se resisten a aceptar los paradigmas occidentales y que aún buscan alternativas.

El potencial lector de este libro posiblemente ya ha estado buscando salidas a su “desengaño occidental”. Se ha ilusionado con la posibilidad de encontrarlas en el yoga, la meditación, la astrología, la biodanza, la bioenergía, el Tai Chi y similares; también en la expresión artística y en distinto tipo de psicoterapias. Pero estas salidas han resultado insuficientes o han ido perdiendo consistencia para el lector que está buscando un libro como Las trampas de Occidente:

“Continuar buscando, cambiando de instructores religiosos, de guías espirituales, practicando yoga, ejercicios respiratorios, cumpliendo ritos, siguiendo a Maestros y demás cosas por el estilo, es totalmente inútil, ¿verdad?”
Jiddu Krishnamurti

Es probable que el libro seduzca a los que se han interesado por Nietzsche, Krishnamurti, Osho,  Fritjof Capra, Carl Gustav Jung.


El libro respira un aire transdisciplinario y será de interés profesional para psicólogos, médicos, científicos, trabajadores sociales, educadores, comunicadores, en la medida en que estén insatisfechos con el posicionamiento clásico de sus respectivas disciplinas.


El libro no interesará a los que buscan respuestas totalizadoras o a los que prefieren una espiritualidad mágica.
Tampoco interesará, naturalmente, a los que prefieren la literatura de ficción o las lecturas livianas, breves y sencillas.


El libro posiblemente producirá desde desinterés hasta enojo en las personas que creen a pié juntillas en los paradigmas de Occidente, es decir, aquellos que basan su mirada del mundo en la conceptualización, la causalidad, la lógica, el esfuerzo, etcétera.


El libro puede resultar sanador a los que, perteneciendo al tipo descripto en el párrafo anterior, han comenzado a tomar conciencia de los sinsentidos y fracasos a los que los conduce la excesiva intelectualización.
 
El libro es para aquellos a quienes “la cosa no cierra”. Y que, además, estén dispuestos a revisar sus propias convicciones. 

Contenido



La Primera Parte realiza una crítica a algunos aspectos medulares de la cultura de Occidente y delata el desencuadre del posicionamiento intelectual, emocional y espiritual del occidental típico. Así, acerca la lupa a la razón (conceptualización, fragmentación, rigidización), al lenguaje, a la matemática, a la concepción de bien y mal, al individuo (conciencia y voluntad), a la causalidad, a la ciencia (a la que considera supersticiosa) y también a algunas fantasías subsidiarias como el esfuerzo, la felicidad y la competencia.
 
La Segunda Parte inicia un recorrido diferente. Se presentan allí otros posicionamientos no occidentales: el mágico y el mítico. Luego se desarrollan dos relatos, al modo del pensamiento mítico. El primero plantea un posible escenario del surgimiento del Yo y, con él, el del ser humano.
El segundo relato ensaya el “Mito del Sinaí”, la estructura simbólica que parece comprender el singular comportamiento del occidental. Allí se habrían establecido –míticamente– los paradigmas de rigidización y responsabilización típicos de Occidente.

“La responsabilidad occidental no mira hacia el costado, hacia la necesaria organización de la comunidad o hacia el bienestar de los demás, sino que mira hacia lo alto, hacia el ‘deber ser’, hacia la propia virtud que la alejaría de la posibilidad de que el dios del Sinaí la castigue. ‘Tengo que ser responsable’ es el mandato. No importa tanto de qué. La responsabilidad en Occidente está puesta ‘adentro’, como imperativo moral narcisista.”

Luego se propone que los dioses occidentales comenzaron a caer hace veinte siglos, lo que condujo a la hipocresía religiosa que caracterizó a Occidente hasta la (segunda) caída de los dioses, esta última ocurrida a partir del siglo XVII.

“La escisión de religión y vida –vivida como muy normal por el occidental– es, en realidad, algo desconocido en el resto del planeta. La popular frase española de ‘A Dios rogando y con el mazo dando’ intenta unir lo que en el occidental está separado (religión y vida). La frase dejaría desorientado a un no occidental, quien no advertiría lo que se trata de decir. Para el resto de las culturas, los dioses –si existen– están indisolublemente ligados a la vida.”

La Tercera Parte ensaya que somos esencialmente un animal espiritual (el “Self”) al cual se adosa tardía y satelitalmente una mente (el “Yo”). Si bien este enfoque ha sido ya comentado al lector, aquí se fundamentará la propuesta y se describirá la dinámica de ambos personajes y también su comportamiento en algunas áreas centrales: emocionalidad, deseo y afectividad, con algunos planos de la última aun más detallados: enamoramiento, pareja, maternidad, paternidad y duelo.

“Esta mirada del Self, que clava sus ojos y su corazón en el presente y en el futuro, implica una dinámica inimaginable para el Yo, quien no conoce otra posibilidad que recorrer los archivos hacia atrás. Esta naturaleza retrógrada del Yo produce que éste observe como caótico al Self, quien está ensayando nuevas melodías y está, además, atento a elementos sutiles del devenir que el Yo no percibe. No es caos, es vida que abre caminos todo el tiempo.”

Las trampas de Occidente propone una posible superación del paradigma oriental, el cual solía conducir a la solitaria contemplación y al combate contra el deseo y la afectividad. El libro ensaya que cuando se aquieta el Yo no estamos a las puertas del Tao sino que, sencillamente, habitamos el animal que somos. Ese animal, a su vez, es el protagonista de la emocionalidad, del deseo y de la afectividad. De modo que, si bien el libro comparte con Oriente la conveniencia de aquietar al Yo, propone también enarbolar bien alto los deseos, festeja la pasión y la alegría animales y sugiere que la emocionalidad no sólo no debe ser combatida sino que es la llave para desplegar nuestro ser esencial.
“Aquí propongo una filosofía que comprenda primero los impulsos de vida, la explosión del sexo y la pasión, la vergüenza de quien aún no se anima a ser, la bendita confusión de los que están aprendiendo. Quisiera estar escribiendo una filosofía para la juventud, si juventud es esa llama que se abraza al cambio, no importa cuántos años tenga usted.”
La Cuarta Parte analiza algunas respuestas de Occidente a la caída de los dioses tradicionales y critica la espiritualidad y el arte “cultos” de Occidente. Luego, se proponen enfoques y posicionamientos para percibir y pensar como animales que somos y para, también, enriquecer estas capacidades con los aportes del Yo.

“La mayoría de los saltos creativos y los ‘darse cuenta’ provienen del pensamiento animal. Éste posee mayor capacidad de abrazar planos dispares, se conecta emocionalmente con el aquí-ahora y puede componer sinfonías mucho más complejas que el pensamiento racional, el cual sólo puede funcionar realizando operaciones simples con caricaturas de la realidad (ideas rígidas del pasado).”

Este encuadre cristaliza en el “Método del rompecabezas” (más bien, un antimétodo), que propone un posicionamiento psíquico, emocional y espiritual para encarar problemas concretos sin caer en las trampas de Occidente.  

Todos los puntos de vista empiezan a parecer relativos e interdependientes,
no hay nada absolutamente fundacional,
ningún lugar en el que apoyar la cabeza y decir ¡he llegado!

Ken Wilber

Finalmente, el libro plantea las trampas de la muerte y del sentido, ahora que ya se han desplegado muchos elementos para presentar estas dos, las principales trampas de Occidente.  

“No se pregunta el sentido de la comida quien está comiendo con hambre, ni se inquieta por el sentido del beso quien está, enamorado, besando.
Algo le pasa a usted que se pregunta por el sentido.”

Sobre la bibliografía de Las Trampas



Aquí realizaré algunos comentarios subjetivos sobre algunos amigos que con su pensamiento y sus citas han ayudado a moldear Las trampas de Occidente.
La mayoría de los libros que he leído llegaron a mí naturalmente o por casualidad. El recorrido que sigue podría haber sido otro y quizás hubiera conducido al mismo resultado.
Tal vez el lector deba saber que Las trampas de Occidente ocurrió a pesar mío, cuando se abrió un paisaje frente a mí y me apuré a testimoniar lo que tan fácilmente podía ver. En un segundo momento, me dediqué a estudiar y a incorporar al libro las numerosas citas que hoy tiene.


 Einstein y Tagore


Iré presentando a los principales amigos que me honran con su compañía en el orden en que para mí fueron apareciendo, en particular aquellos que se hicieron presentes unos meses antes y después de escribir la médula del ensayo.

Friedrich Nietzsche
(1844-1900) - Libra
En Las trampas de Occidente dedico las últimas páginas a hablar de Nietzsche y su influencia en el ensayo. Nietzsche es, sin dudas, el gran inspirador de este libro. Me permito aquí agregar otro comentario.
Además de los libros que menciono en Las trampas, he leído otras cosas de Nietzsche, aunque también me he esmerado en no leerlo mucho, pues invita a la sabiduría no conocer tantas cosas, según sugiere el propio Nietzsche.
Quizás valga la pena mencionar aquí un escrito de juventud llamado "Sobre verdad y mentira en sentido extramoral". Este texto apareció en mis manos poco antes de la publicación del libro y apuntaló con trazos firmes algunas zonas de Las trampas.
El Nietzsche de 29 años habla aquí de que somos un personaje racional y otro intuitivo. Esto no fue al libro. Preste atención:

"Hay períodos en los que el hombre racional y el hombre intuitivo caminan juntos; el uno angustiado ante la intuición, el otro mofándose de la abstracción; es tan irracional el último como poco artístico el primero. Ambos ansían dominar la vida: éste sabiendo afrontar las necesidades más imperiosas mediante previsión, prudencia y regularidad; aquél sin ver, como “héroe desbordante de alegría”, esas necesidades y tomando como real solamente la vida disfrazada de apariencia y belleza.
[...]
“Mientras que el hombre guiado por conceptos y abstracciones solamente conjura la desgracia mediante ellas, sin extraer de las abstracciones mismas algún tipo de felicidad; mientras que aspira a liberarse de los dolores lo más posible, el hombre intuitivo, aposentado en medio de una cultura, consigue ya, gracias a sus intuiciones, además de conjurar los males, un flujo constante de claridad, animación y liberación."


Rabindranath Tagore
(1861-1941) – Tauro
Filósofo, dramaturgo y músico hindú. Recibió el premio Nóbel de Literatura en 1913. Apoyó el movimiento indio de independencia pero sostenía que la nación solamente podía ser despertada por medio de la educación para todas las personas. Fue muy amigo de Einstein.
Es como si fuera hermano gemelo de Nietzsche, pero conmueve la sencillez con la que vuela tan alto. En un par de versos, Tagore liquida lo que a Nietzsche le lleva dos páginas. Pero jamás lo habría entendido a Tagore sin pasar antes por Nietzsche. Ambos pensadores, llamativamente, arriban a los mismos cielos guiados por estrellas que parecen distantes.
Tagore no realiza especulaciones intelectuales, no le explica a usted la receta de su magistral comida. Se limita a hacerle probar un bocado.
Hay sólo cinco citas de Tagore en el libro. Las citas que no fueron al ensayo siguieron danzando en mi alma mientras lo escribía y fueron como una brújula para mi locura.

 
Alejandro Dolina
(1945-   ) - Tauro
Músico, escritor y conductor radial argentino.
Si bien en Las trampas hay sólo dos citas de Dolina, el maestro ha sido –luego de Nietzsche– el principal inspirador de este libro. Infinidad de comentarios radiales suyos me han abierto las puertas de la mente y me llevaron a investigar numerosos asuntos que, sin su mención, jamás me hubiera detenido a mirar. 
Su opereta Lo que me costó el amor de Laura, que vi dos veces en el año 2000, fue la obra de arte que más me conmovió, de entre todas las que he conocido. Sus libros están, cómodamente, entre los que más he disfrutado.
Cierto desparpajo dolineano seguramente ha llegado hasta Las trampas de Occidente.
Quizás el querido Alejandro no se alegrará de estar aquí, ya que algunas de mis ideas seguramente le resultarán muy cuestionables.

 
Desmond Morris
(1928-  ) - Acuario
Zoólogo y doctor en filosofía inglés.
Desmond Morris tal vez sea el primer antecedente de Las trampas de Occidente. Su libro El mono desnudo me quedó grabado hace ya tres décadas. A partir de él, no pude no mirar nuestra parte animal y tamicé desde entonces muchas ideas a través de este paradigma.
  

Ernst Cassirer
(1874-1945) - Leo
Filósofo alemán.
Antropología filosófica fue el último libro que leí antes de escribir Las Trampas. Significó para mí una especie de repaso de la tradición intelectual de Occidente a la cual yo estaba por responder. Me llevó varios meses estudiarlo, ya que cada tema me disparaba infinidad de ideas y búsquedas de información transversal. La inclusión de citas de Cassirer es una paradoja, ya que el querido Ernst se esfuerza en desmentir mis ideas y yo las de él.
Se me podrá acusar de canalla, es verdad, ya que, al igual que hago con otros autores, tomo de Ernst sólo aquello que me interesa y desecho lo que me contradice. El libro de Cassirer está formado por algunas ideas que el escritor hace converger hacia ciertas conclusiones. Yo he tomado algunas de aquellas ideas pero he descartado las conclusiones, eso es todo. Las conclusiones de Cassirer (como las de Freud, por ejemplo) se orientan a sustentar el sentido de lo humano exclusivamente en el universo yoico.

 
Osho
(1931-1990) - Sagitario
Filósofo y místico hindú, criticó todas las tradiciones religiosas, sociales y políticas. Insistió en que todo individuo debe experimentar la verdad por sí mismo, en vez de acumular conocimientos y creencias dadas por otros.
Ni bien terminé de escribir el ensayo comencé a leer a Osho. Entonces sentí que –con respecto a algunos temas– alguien muchísimo más sabio ya lo había escrito. Durante un tiempo sentí el impulso de desechar mi libro. Luego logré engañarme con la fantasía de que tal vez yo estaba haciendo un aporte: muchos occidentales necesitarán leer Las trampas de Occidente para entender a Osho. Comparado con Osho, yo parezco un maestrito que recorre infantilmente, punto a punto, los laberintos intelectuales de Occidente, los que Osho demuele con sólo un párrafo. Sin habérmelo propuesto, en Las Trampas hay algunas ideas orientales explicadas desde Occidente.
El pensamiento “oriental” –si es que existe tal cosa– llegó a mí tardíamente, luego de plantear el libro. Han influido primero en mí las vivencias cercanas a las culturas de los pueblos originarios de la América andina.

 
Carl Gustav Jung
(1875-1961) - Leo
Psiquiatra suizo, fue colaborador de Freud en los comienzos del psicoanálisis, dedicándose luego a la psicología profunda. Es autor de conceptos tales como “introvertido", "extrovertido”, “complejo”, “inconsciente colectivo”, “sincronicidad” o “arquetipo”. Promovió en los círculos eruditos la aceptación de Freud, quien era mal visto entonces. Sin embargo, consideraba a la libido como una energía general, no necesariamente ligada a lo sexual (como sí creía Freud).
Menos razonable que Freud y muy heterodoxo, Jung incursionó en terrenos “dudosos” para comprender la psiquis humana, como la alquimia, el esoterismo, la astrología, la filosofía oriental, las culturas primitivas (a las que dedicó infinidad de viajes) y hasta las experiencias místicas.
Al igual que Fritz Perls, Jung abandonó las certezas racionales rumbo a preguntas más amplias que no se dejaron atrapar nunca por la cuadratura científica. Gracias a eso, Jung se convirtió en uno de los principales apoyos de Las trampas de Occidente.
Jung propone “aventurarse por regiones de la experiencia humana oscuras, dudosas y sembradas de prejuicios. [...] En la mayoría de los casos se trata de cosas que no suelen mencionarse en voz alta por no parecer ridículo.”  
Jung tuvo una influencia creciente luego de terminado el libro. Al principio sólo leí su prólogo al Secreto de la Flor de Oro. Meses después, leí otros libros que fueron agregando más citas y más convicción a mis propuestas.
   

Sigmund Freud
(1856-1939) - Tauro
Médico, neurólogo y librepensador austríaco, creador del psicoanálisis.
Freud, como Cassirer, se presenta como un investigador laborioso, con completa y conmovedora honestidad intelectual.
Fue inevitable consultar a Freud durante la escritura del libro, ya que la mayoría de los temas que trato aquí han sido estudiados por este genial austríaco y fue imposible escapar a las permanentes citas freudianas que hacían otros investigadores. Lo había estudiado en la universidad pero tuve siempre a mano una versión digital de sus obras completas, como hice con el resto de los amigos aquí presentados.
Al igual que ocurre con Cassirer, el pensamiento de Freud es por lo general muy distinto al mío en la mayoría de los asuntos de los que me he ocupado. Es cierto también que Freud realizó un desarrollo tan importante que permite que hoy estemos más avanzados en el arduo camino de comprendernos.
Desde mi punto de vista, Freud endiosa la razón y es ciego a otras “razones” que incluso desfilan delante de sus ojos, como he referido detalladamente en el capítulo del lenguaje primitivo (capítulo que finalmente no pudo ir al libro por razones de espacio). Su extrema occidentalidad le impide observar sin prejuicios el mundo natural (como hace Nietzsche), la unidad esencial del humano alrededor de las emociones (como hace Perls), la influencia de factores misteriosos (como hace Jung) o la espiritualidad profunda que sustenta a la propia ciencia (como hace Einstein).
La enorme riqueza y trascendencia de su aporte (el que, en buena parte, considero vigente y valioso) más la gran persona que se presiente a través de sus escritos, me hacen escribir las últimas líneas sintiendo que le estoy faltando el respeto a uno de los hombres más admirables que ha pisado este planeta.

 
Albert Einstein
(1879-1955) - Piscis
Es uno de los científicos teóricos más importantes del siglo XX.
No habló hasta la edad de tres años. El colegio no lo motivaba; era excelente en Matemática y Física pero no se interesaba por las otras materias.
Reaccionó con rebeldía a toda disciplina impuesta, manifestando su oposición al sistema educativo disciplinado.
Militante pacifista, proponía la creación de un estado común entre árabes y judíos, por lo que rechazó ocupar la presidencia de Israel. En 1930, propuso la creación de una comunidad de naciones europeas, que sería realidad décadas después. Fue perseguido en los Estados Unidos debido a su severa crítica al capitalismo moderno.
Premio Nóbel de Física en 1921, su aporte más importante fue la Teoría General de la Relatividad. Propuso revolucionarias concepciones acerca de la Gravedad y de la composición de la luz que aún siguen vigentes. Treinta años no le alcanzaron para encontrar la “Teoría de todas las cosas”, como él llamaba a la actual Teoría Unificada, y que aún dista de ser descubierta. 

 Junto con Nietzsche, Krishnamurti y Jung, Einstein es uno de los cuatro jinetes que siempre cabalgaron delante mío en este libro que critica la médula de Occidente. ¿Será casual que Einstein tenga mala prensa y que muchos sacerdotes de Occidente lo desprecien por ser el padre de la bomba atómica?
Sin embargo, Einstein es a todas luces un pacifista y jamás trabajó en el desarrollo de la bomba. Su tarea consistió en la continuación de la investigación de la Física teórica, la que –desde Copérnico y Newton– trataba de entender las leyes del universo y de la materia. Su trabajo avanzó tanto, que llegó a entender que la materia era convertible en energía y viceversa. Cuando le preguntaron si sería posible destruir partículas de materia para generar energía, respondió entre risas que aquello era tan factible como cazar patos de noche en un lugar sin patos. Otros científicos (menos teóricos que Einstein) comenzaron a trabajar en las posibles aplicaciones de las teorías de Einstein y fueron desarrollando las técnicas que conducirían a la invención de la bomba atómica y la energía nuclear. Es decir, Einstein es tan padre de la bomba atómica como el inventor de la rueda es padre de los accidentes de tránsito.
Debido al gran prestigio de Einstein, durante la segunda guerra mundial algunos científicos le insistieron que debía –en representación de ellos– alertar al presidente norteamericano sobre la posibilidad de que Hitler construyera una bomba muy poderosa.
“En el curso de los cuatro meses últimos, se ha advertido la posibilidad, por los trabajos de Joliot en Francia, así como los de Fermi y Szilard en América, de iniciar reacciones nucleares en cadena en una gran masa de uranio, mediante lo que se generarían grandes cantidades de energía y volúmenes importantes de nuevos elementos similares al radio. Es casi seguro que esto puede conseguirse en el futuro inmediato. Este nuevo fenómeno llevaría asimismo a la construcción de bombas. Puede suponerse, si bien con menos seguridad, que existe la posibilidad de fabricar bombas muy potentes de un nuevo tipo.”
[...]
“Tengo noticias de que Alemania ha suspendido toda venta de uranio de las minas de Checoslovaquia, que ocupó. Que haya actuado de este modo podría explicarse por el hecho de que el hijo del subsecretario de Estado de Alemania, Von Weiszäker, está ligado con el Instituto Kaiser Wilhelm de Berlín, en el que ahora vuelven a efectuar algunos de los experimentos norteamericanos sobre uranio.”
(Carta de Einstein al presidente Roosevelt)
 
El querido Albert me permitió conciliar algunos asuntos que parecían enemistar ciencia y espiritualidad. Es cierto que él no festejaría tanto como yo el habernos encontrado en este libro. Es que Einstein buscó durante décadas lo que yo presentía que era imposible encontrar. Él me ayuda en mi creencia de que la razón no puede explicar el devenir. Porque él dedicó toda su vida a demostrar lo contrario, y no pudo.
La paradoja EPR (página 150 de Las Trampas) era tal vez la única prueba “científica” que yo precisaba para este libro. Mientras esa paradoja se sostenga, usted podrá sostener con orgullo, bajo el brazo, este libro (incluso aquí en Occidente).
Pero Einstein había aparecido por acá mucho antes de darme la buena noticia de la paradoja EPR. La mirada espiritual y política de Einstein me había deslumbrado desde siempre, pese a que él tenía una idea más “razonable” de la divinidad que la que tengo yo. De hecho, las citas que incorporé en el libro se refieren más bien a aspectos religiosos y filosóficos, no tanto a los científicos. Más de la mitad de las citas de Einstein se incorporaron un año después de terminar el núcleo de mi escritura.
“Los argumentos de Einstein eran típicos de su enfoque intuitivo. Siempre hablaba abiertamente del atractivo estético, de la belleza y la armonía de ciertas concepciones de la física clásica. Era este sentimiento, estrechamente ligado a su considerable talento musical, lo que guiaba su pensamiento científico.”
E. H. Hutten
 

Fritz Perls
(1893-1970) - Cáncer
Psiquiatra alemán, creador del enfoque gestáltico. Luego de admirar y ejercer el psicoanálisis freudiano, construyó otro enfoque muy diferenciado y, en varios aspectos, opuesto al de Freud.
Lo descubrí a los tres meses de terminar mi escritura y me apuré a incorporar algunas citas suyas. Pero, sin dudas, Perls había influido en mí a través de sus seguidores. El enfoque gestáltico, si bien no coincidirá con algunas ideas centrales de este libro, parece tener un espíritu muy amigable con el que aquí ensayo. La principal disidencia con Perls quizás se refiera a que él toma al ser humano como un todo mientras yo fuerzo una diferencia entre Self y Yo.
 

Oswald Spengler
(1880-1936) - Géminis
Filósofo y matemático alemán, ensayó que todo sistema obedece a leyes naturales generales, incluidos los sistemas humanos y los culturales.
La decadencia de Occidente no fue escrito hace una o dos décadas –como uno creería– sino hace noventa años. Mucho más serio que yo, Spengler realiza un profundo análisis de distintas culturas. Me permitió confirmar una razonable validez de algunos planos generales con los que analizo a Occidente.
  
 
Thorwald Dethlefsen (psicólogo) y Rüdiger Dahlke (médico y psicólogo)
Su libro La enfermedad como camino llegó a mis manos también tardíamente, pero me permitió incorporar valiosas citas. Guardo importantes disidencias con los autores, en particular aquellas ligadas a un sistema religioso cerrado ya. Pero son muchas más las afinidades que nos unen e invito calurosamente al lector a visitar ese valiosísimo libro.


Thérèse Bertherat
Fisioterapeuta francesa, creadora de la anti-gimnasia y discípula de Françoise Mézières (creadora, a su vez, del método de reeducación postural Tres Escuadras o método Mézières). Es autora de El cuerpo tiene sus razones y otros libros.
Thérèse reaccionó con rebeldía frente a los rígidos paradigmas occidentales que fragmentan la mirada sobre lo humano. Aunque lo hizo inicialmente desde la práctica terapéutica, arribó a una mirada filosófica que no puede ver separación entre lo físico y lo psíquico, ni entre el cuerpo y el espíritu. Sus citas se abrieron paso naturalmente hasta ocupar lugares claves en Las trampas de Occidente.


"Es esencial sentir en nuestro cuerpo quiénes somos, qué somos.
Seamos ante todo cuerpos.
Seamos al fin cuerpos.
Seamos."
(citado en página 368, La trampa del sentido)


 
Mónica Cavallé
Filósofa española.
Nueve meses después de terminar mi escritura, Fernando Carvajal (que había leído mi ensayo) me trajo un libro de regalo: "Miralo. Esta chica dice cosas parecidas a las que decís vos, pero desde otro lugar".
El libro La sabiduría recobrada me deslumbró. Además, algunas coincidencias con mi ensayo eran asombrosas, incluída la admiración por Nietzsche y la descripción del que ella llama "yo superficial". Mónica resultó ser tan o más audaz que yo y en su ensayo despliega una erudición que estoy muy lejos de tener.
Así, Mónica se convirtió en la quinta autora más citada en Las Trampas, luego de Nietzsche, Krishnamurti, Einstein y Jung, todos ya muertos.
Respondió con atención y cariño mis mails y a ella fue destinada la primera copia que se imprimió de Las Trampas.
Mónica es más "espiritualista" y creo que por allí deambulan nuestras diferencias. Además, su mirada es más filosófica que la mía, que está más empapada de Psicología y Biología. Pero me parece que, finalmente, terminamos bailando la misma música. 
  
 
Jiddu Krishnamurti
(1895-1986) - Tauro
Nacido en la India, sus orígenes están ligados a la Sociedad Teosófica, doctrina de origen cristiano pero muy influida por el hinduísmo. La Teosofía abraza a todas las religiones al considerarlas genuinas búsquedas de lo divino.
A los 14 años Krishnamurti es descubierto por la Sociedad Teosófica como una especie de mesías o maestro enviado por la divinidad, por lo que será tratado e instruído especialmente. A los 34 años, Krishnamurti niega categóricamente su carácter mesiánico y disuelve la Orden de la Estrella, creada con el fin de encumbrarlo como "Maestro del mundo". Lo hace delante de 3000 seguidores que se habían reunido para escucharlo, en 1929:
"...Yo sostengo que la Verdad es una tierra sin caminos, y ustedes no pueden acercársele en absoluto por ningún camino, por ninguna religión, por ninguna secta. [...]
Si una organización es creada para este propósito, se vuelve una muleta, una debilidad, una esclavitud, y deja inválido al individuo, y le impide crecer, establecer su singularidad, miente en el descubrimiento por sí mismo de lo absoluto, de la verdad incondicionada. Esta es otra razón por la que he decidido, siendo la cabeza de la Orden, disolverla. [...]
Ustedes pueden formar otras organizaciones y esperar a algún otro. Por eso yo no me preocupo, ni en crear nuevas jaulas, ni nuevas decoraciones para esas jaulas. Mi única preocupación es hacer a los hombres absolutamente, incondicionalmente libres."

Krishnamurti luego se dedicaría a transmitir el funcionamiento de los oscuros procesos mentales que nos generan confusión y sufrimiento. Su prédica rechazaría cualquier clase de dogmatismo, mesianismo o maestría espiritual. Paradójicamente, muchos de sus seguidores lo han considerado un Maestro y han dogmatizado sus enseñanzas.
Aldous Huxley lo describe enumerando los errores en los que Jiddu no ha caído: “No se trata de un sistema de creencias, de un catálogo de dogmas, ni de un repertorio de ideas o ideales. No se trata de ningún caudillaje, ni mediación, ni dirección espiritual, ni siquiera se trata de un ejemplo; ni de un ritual, ni de una iglesia, ni de un código, ni de una elevación o alguna forma de parloteo estimulador.”
Agreguemos que Krishnamurti tampoco se entusiasma con la meditación ni con el yoga ni cree en el poder de la conciencia ni en sus “estados superiores”.

¿En qué sí cree, pues, Krishnamurti? Sin pretender agotar su revolucionario mensaje, aquí subrayaré que el amigo Jiddu propone la crítica al Yo como camino de liberación. Es decir, observe usted la penosa rigidez del Yo, sus patéticas reiteraciones melodramáticas, su negación, su fingir. ¡Listo! Si usted puede hacer esto con valentía, el Yo comenzará a caerse a pedazos. No porque usted se lo proponga sino que, sencillamente, así ocurrirá.
Lo que sigue luego, lo que ocurre cuando el Yo inicia su derrumbe (siquiera por instantes) es algo que el enorme Krishnamurti decide callar. En este sublime silencio es donde reside, para mí, la altura de Krishnamurti. Cualquier palabra que él hubiera pronunciado acerca de lo que ocurre cuando la mente se aquieta habría generado en su auditorio renovados mandatos yoicos, nuevos “deber ser yoicos” y así hubiera fortalecido nuevamente al Yo. Junto con la caída del Yo, ocurre el festín al que Krishnamurti invita, sin dar pistas del menú. Vaya usted allí y fíjese qué hay.
Junto con Nietzsche y Einstein, Krishnamurti fue uno de los primeros locos que hace ya varias décadas se animaron a cuestionar frontalmente dogmas centrales de la cultura occidental y también de la oriental.

"Los hombres que dicen que creen en Dios
han destruido la mitad del mundo.”
(citado en página 297, La refundación del monoteísmo)

Con gran sencillez, el amigo hindú apunta al corazón de las trampas de las que me he ocupado y me ha ayudado con sus valiosas citas a lo largo del libro.
A Krishnamurti lo leí (por recomendación de Norberto Levy) en enero de 2008, es decir, diez meses después de haber escrito el ensayo. Fue conmovedor. Había frases suyas que apenas variaban en detalles con respecto a las mías. Que él hubiera puesto también el ojo en la fantasía del esfuerzo o la forma en que proponía el aquietamiento del Yo, eran cosas demasiado familiares para mí.
Como ninguno, Krishnamurti había pasado por esos extraños parajes que yo había comenzado a pensar que eran resultado de mi completa locura. ¡No! ¡No lo soñé! ¡Alguien más ha pasado por allí! ¡Alguien más ha visto al unicornio!

La principal crítica a Krishnamurti la refiero a que el querido Jiddu no tiene en cuenta al animal que somos. Junto con el Self, Krishnamurti también desecha nuestras genuinas emociones y deseos y, con ellos, nuestro encariñamiento, nuestro oscuro y luminoso sexo, nuestro amor por las kermeses y las zambitas tucumanas.
 
Juan Carlos Kreimer, luego de estudiar profundamente a Krishnamurti, incluye entre sus conclusiones el inquietante párrafo que sigue:
“Los seguidores de Krishnamurti parecen haber postergado sus sentimientos, su existencia, su sexualidad, su diversión. Todas las cosas que constituyen la alegría dinámica de vivir. Hacia el final de su vida, Krishnamurti también parece haber perdido algo de eso. De hecho, se lo ve menos alegre.”  
 

Fritjof Capra
(1939-  ) - Acuario
Doctor en Física teórica nacido en Austria. Publicó su famoso Tao de la Física en 1975, siguiendo el sendero que habían iniciado Nietzsche, Einstein y Jung de mirar más seriamente la filosofía oriental. Capra es quien, a mi juicio, alcanza el vuelo más alto en este sentido, marcando llamativas similitudes entre la lógica necesaria para comprender el mundo subatómico y el posicionamiento milenario de las religiones ligadas al hinduísmo. Explica con sencillez los complejos problemas de la física cuántica.
Por más que había oído hablar de su libro y ya conocía sus conceptos, me asombró que Capra pudiera acompañarme en capítulos como el pensamiento mágico, el mítico y la emocionalidad, además de la crítica al pensamiento racional de Occidente. Las Trampas parece tener más consistencia desde que están las citas de Capra.

"La naturaleza no nos muestra ningún ‘ladrillo básico’aislado,
sino que aparece como una complicada telaraña
de relaciones existentes entre las diversas partes del conjunto.
Estas relaciones siempre incluyen al observador de un modo esencial."
(Citado en página 153, El pensamiento mágico)
  

Eckhart Tolle
(1948-  ) - Acuario
Pensador alemán que vivió en España, Inglaterra y actualmente reside en Canadá.
Muy influido por Krishnamurti y otras escuelas orientales, Eckhart Tolle logra expresar con nitidez algunos conceptos claves de Las trampas de Occidente.
Debí pasar por alto cierto tono "vendedor" que tiene su libro El poder del ahora, seguramente resultado de la influencia norteamericana. Una vez que logré superar mi prejuicio, me di cuenta de que Eckhart tenía mucho que aportar al ensayo. Lo descubrí cuando buscaba amigos para el capítulo de la emocionalidad. Y no había mucho más que Tolle.


Wilhelm Reich
(1897-1957) - Aries
Fue uno de los pensadores más revolucionarios del siglo XX, al tiempo que maldito. Expulsado del los círculos comunistas (por psicoanalista) y de la escuela psicoanalítica (por marxista), perseguido por los fascistas en Alemania y, finalmente, juzgado en Estados Unidos, donde fue considerado loco, encarcelado y sus escritos fueron lanzados a la hoguera. Reich molestaba con sus estudios acerca del daño que producía en el humano la exposición a la radiación nuclear.
El vehemente Reich también se enfrentó con los médicos norteamericanos, ya que sostenía que todas las enfermedades son causadas por la represión, tanto en su sentido político como en el freudiano.
Defensor radical de la democratización de la sociedad, no cesó de denunciar los rasgos del carácter autoritario infiltrados en las familias e instituciones.
Su principal aporte fue la terapia bioenergética, concebida para liberar las tensiones de la coraza muscular, producto de la actividad represora del Yo.
Aunque de origen freudiano, Reich advierte ciertas inconsistencias en el planteo de Freud, especialmente las referidas a los instintos del Yo, tema que Freud resuelve superficialmente y que es crucial para la propia teoría freudiana. Reich sostiene que la tendencia a la muerte es un proceso gozoso (y no un Tanatos) y que debe ser entendido como la natural tendencia a la disolución que tiene cualquier organismo vivo.




Mientras leía a varios pensadores junguianos, me comencé a deslumbrar con algunas citas que hacían de este Wilhelm Reich. Sus malos antecedentes para Occidente hicieron crecer mis expectativas. Entonces leí su arduo Análisis del carácter y sentí que había encontrado la última pieza del rompecabezas.
Reich me acompaña con sus citas en los capítulos más audaces y oscuros para Occidente. Él ya había recorrido los senderos que incluso yo sentía dudosos.
Reich plantea frontalmente la idea que más duele a Occidente: que somos animales, y que nuestra parte animal es la que rige no sólo nuestra emocionalidad sino también nuestra actividad intelectual. Niega que nuestro centro vital se halle en el cerebro y propone un núcleo biológico de estructura similar al de los animales más simples, como la medusa. La descripción de ese núcleo resultó demasiado parecida al Self que yo había ideado intuitivamente 15 meses atrás.
Wilhelm le pide al paciente neurótico que no hable y, luego de estudiar la coraza corporal que ha construido el Yo, la desarma directamente con un abordaje corporal. El pensamiento yoico se reacomoda entonces.

"La solución del problema psicológico
está fuera del dominio de la psicología."
(Citado en página 334, Los laberintos del Yo)

El aporte de Reich en el libro es importantísimo pero no es el único centro alrededor del cual giran mis propuestas. De hecho, no me he amigado con todas sus ideas. Pero, sin Reich, Las trampas de Occidente no hubiera pasado de ser una buena intención.


Lewis Carroll
(Charles Lutwidge Dogson)
(1832-1898) - Acuario
Diácono anglicano nacido en Gran Bretaña, era hijo y bisnieto de obispos anglicanos. Lógico, matemático, fotógrafo, escritor y apasionado por el Teatro, fue conocido sobre todo por su libro Alicia en el país de las maravillas.
Lewis Carroll era tartamudo, tenía fama de perezoso y fue diagnosticado tempranamente de epilepsia y de artritis. Su principal trabajo fue la enseñanza de la Matemática.
Actualmente se lo considera uno de los primeros maestros de la Fotografía, especialmente por sus audaces retratos. Escribió y fue estudiado sobre temas de Lingüística y Lógica.
Rechazaba el concepto de pecado original y creía en la divinidad innata del humano.
Según la propia Alicia Liddell y sus padres, Carroll contó el famoso cuento a Alicia y sus hermanas durante un paseo en bote. Alicia quedó especialmente impactada por el cuento y Carroll se lo regaló manuscrito, cinco meses más tarde.
Muchos detalles de la historia de Lewis Carroll están sujetos a controversias y rumores. Habría pedido la mano de Alicia a sus padres cuando Alicia tenía 10 años y habría sido rechazado. El manuscrito de Carroll habría servido a Alicia para salir de la pobreza en su vejez. Alicia Liddel se casó y tuvo hijos, pero sus últimas palabras antes de morir habrían sido para el ya ausente Carroll.
La aparición de Lewis Carroll en Las Trampas resultó mágica, aunque ya habían pasado 16 meses desde la escritura medular del ensayo. Si bien conocía su vida y sus fotos por mis estudios de historia de la Fotografía y de Lingüística (y también por haber visto la película de Alicia), nunca había estudiado sus textos completos.
Lo leí buscando socios para mi crítica a la lógica y al lenguaje, pero finalmente Lewis Carroll me apuntaló en temas mucho más comprometidos: la represión infantil, el individualismo y el sentido de la vida. Las sencillas y dulces citas de Carroll se convirtieron en el centro alrededor del cual giran mis torpes palabras.

—Quizá si me dijeras cómo te llamas tú —dijo Alicia con timidez—
podría recordar cómo me llamo yo.
(citado en página 358, La trampa de la muerte)

La certera descripción que hace Carroll del combate interior de Alicia (en otras citas) no puede ser resultado de la casualidad. Hay que recordar que, para esa época, Freud tenía 6 años y Nietzsche, con 18, aun no había planteado en términos modernos la lucha entre la razón y los instintos.
Las decenas de eruditos occidentales que estudiaron a Carroll no han advertido las profundas implicancias del texto que sigue, que me auxilia en uno de los momentos más álgidos de Las trampas de Occidente:

“¡Y no pienso hacer caso de las palabras de los mayores
cuando se asomen al agujero y digan:
‘Anda, querida, sube..., te estamos esperando!’
Yo los miraré desafiante desde abajo y les diré:
‘Antes díganme quién soy, y si me gusta esa persona, entonces subiré,
pero si no me gusta me quedaré aquí
y esperaré a convertirme en otra persona’."
(Citado en página 283, ¿Qué le pasa al Yo occidental?)

Alicia Liddell, posando para la cámara de Lewis Carroll


Atahualpa Yupanqui
(1908-1992) - Acuario
Músico y escritor argentino.
En un cierto sentido, Las trampas de Occidente es apenas un arpegio de Atahualpa. El entrañable músico argentino no ha hecho más que repetir de mil maneras que la divinidad está en cada guijarro del universo.
 
  
 
Autores más citados en Las trampas de Occidente


Friedrich Nietzsche
40
Jiddu Krishnamurti
32
Albert Einstein
29
Carl Gustav Jung
26
Mónica Cavallé
17
Thérèse Bertherat
14
Hermann Hesse
13
Wilhelm Reich
12
Fritjof Capra
11
Eckhart Tolle
10
Lin Yutang
10
Lewis Carroll
7
Ernst Cassirer
7
Robert Louis Stevenson
5
Lao Tsé
5
Rabindranath Tagore
5
Kahlil Gibran
5
Fritz Perls
5
Oswald Spengler
4
William Shakespeare
4
John Pierrakos
4
Sigmund Freud
4
Osho
4
Thorwald Dethlefsen y Rüdiger Dahlke
3
Jorge Luis Borges
3
Gilbert K. Chesterton
3
José Saramago
3
Nisargadatta
3
David Suzuki
3
Ken Wilber
3
Desmond Morris
3
Gonzalo Suárez
3
Werner Heisenberg
3
Chuang Tzu
3
  

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