Sobre la bibliografía de Las Trampas



Aquí realizaré algunos comentarios subjetivos sobre algunos amigos que con su pensamiento y sus citas han ayudado a moldear Las trampas de Occidente.
La mayoría de los libros que he leído llegaron a mí naturalmente o por casualidad. El recorrido que sigue podría haber sido otro y quizás hubiera conducido al mismo resultado.
Tal vez el lector deba saber que Las trampas de Occidente ocurrió a pesar mío, cuando se abrió un paisaje frente a mí y me apuré a testimoniar lo que tan fácilmente podía ver. En un segundo momento, me dediqué a estudiar y a incorporar al libro las numerosas citas que hoy tiene.


 Einstein y Tagore


Iré presentando a los principales amigos que me honran con su compañía en el orden en que para mí fueron apareciendo, en particular aquellos que se hicieron presentes unos meses antes y después de escribir la médula del ensayo.

Friedrich Nietzsche
(1844-1900) - Libra
En Las trampas de Occidente dedico las últimas páginas a hablar de Nietzsche y su influencia en el ensayo. Nietzsche es, sin dudas, el gran inspirador de este libro. Me permito aquí agregar otro comentario.
Además de los libros que menciono en Las trampas, he leído otras cosas de Nietzsche, aunque también me he esmerado en no leerlo mucho, pues invita a la sabiduría no conocer tantas cosas, según sugiere el propio Nietzsche.
Quizás valga la pena mencionar aquí un escrito de juventud llamado "Sobre verdad y mentira en sentido extramoral". Este texto apareció en mis manos poco antes de la publicación del libro y apuntaló con trazos firmes algunas zonas de Las trampas.
El Nietzsche de 29 años habla aquí de que somos un personaje racional y otro intuitivo. Esto no fue al libro. Preste atención:

"Hay períodos en los que el hombre racional y el hombre intuitivo caminan juntos; el uno angustiado ante la intuición, el otro mofándose de la abstracción; es tan irracional el último como poco artístico el primero. Ambos ansían dominar la vida: éste sabiendo afrontar las necesidades más imperiosas mediante previsión, prudencia y regularidad; aquél sin ver, como “héroe desbordante de alegría”, esas necesidades y tomando como real solamente la vida disfrazada de apariencia y belleza.
[...]
“Mientras que el hombre guiado por conceptos y abstracciones solamente conjura la desgracia mediante ellas, sin extraer de las abstracciones mismas algún tipo de felicidad; mientras que aspira a liberarse de los dolores lo más posible, el hombre intuitivo, aposentado en medio de una cultura, consigue ya, gracias a sus intuiciones, además de conjurar los males, un flujo constante de claridad, animación y liberación."


Rabindranath Tagore
(1861-1941) – Tauro
Filósofo, dramaturgo y músico hindú. Recibió el premio Nóbel de Literatura en 1913. Apoyó el movimiento indio de independencia pero sostenía que la nación solamente podía ser despertada por medio de la educación para todas las personas. Fue muy amigo de Einstein.
Es como si fuera hermano gemelo de Nietzsche, pero conmueve la sencillez con la que vuela tan alto. En un par de versos, Tagore liquida lo que a Nietzsche le lleva dos páginas. Pero jamás lo habría entendido a Tagore sin pasar antes por Nietzsche. Ambos pensadores, llamativamente, arriban a los mismos cielos guiados por estrellas que parecen distantes.
Tagore no realiza especulaciones intelectuales, no le explica a usted la receta de su magistral comida. Se limita a hacerle probar un bocado.
Hay sólo cinco citas de Tagore en el libro. Las citas que no fueron al ensayo siguieron danzando en mi alma mientras lo escribía y fueron como una brújula para mi locura.

 
Alejandro Dolina
(1945-   ) - Tauro
Músico, escritor y conductor radial argentino.
Si bien en Las trampas hay sólo dos citas de Dolina, el maestro ha sido –luego de Nietzsche– el principal inspirador de este libro. Infinidad de comentarios radiales suyos me han abierto las puertas de la mente y me llevaron a investigar numerosos asuntos que, sin su mención, jamás me hubiera detenido a mirar. 
Su opereta Lo que me costó el amor de Laura, que vi dos veces en el año 2000, fue la obra de arte que más me conmovió, de entre todas las que he conocido. Sus libros están, cómodamente, entre los que más he disfrutado.
Cierto desparpajo dolineano seguramente ha llegado hasta Las trampas de Occidente.
Quizás el querido Alejandro no se alegrará de estar aquí, ya que algunas de mis ideas seguramente le resultarán muy cuestionables.

 
Desmond Morris
(1928-  ) - Acuario
Zoólogo y doctor en filosofía inglés.
Desmond Morris tal vez sea el primer antecedente de Las trampas de Occidente. Su libro El mono desnudo me quedó grabado hace ya tres décadas. A partir de él, no pude no mirar nuestra parte animal y tamicé desde entonces muchas ideas a través de este paradigma.
  

Ernst Cassirer
(1874-1945) - Leo
Filósofo alemán.
Antropología filosófica fue el último libro que leí antes de escribir Las Trampas. Significó para mí una especie de repaso de la tradición intelectual de Occidente a la cual yo estaba por responder. Me llevó varios meses estudiarlo, ya que cada tema me disparaba infinidad de ideas y búsquedas de información transversal. La inclusión de citas de Cassirer es una paradoja, ya que el querido Ernst se esfuerza en desmentir mis ideas y yo las de él.
Se me podrá acusar de canalla, es verdad, ya que, al igual que hago con otros autores, tomo de Ernst sólo aquello que me interesa y desecho lo que me contradice. El libro de Cassirer está formado por algunas ideas que el escritor hace converger hacia ciertas conclusiones. Yo he tomado algunas de aquellas ideas pero he descartado las conclusiones, eso es todo. Las conclusiones de Cassirer (como las de Freud, por ejemplo) se orientan a sustentar el sentido de lo humano exclusivamente en el universo yoico.

 
Osho
(1931-1990) - Sagitario
Filósofo y místico hindú, criticó todas las tradiciones religiosas, sociales y políticas. Insistió en que todo individuo debe experimentar la verdad por sí mismo, en vez de acumular conocimientos y creencias dadas por otros.
Ni bien terminé de escribir el ensayo comencé a leer a Osho. Entonces sentí que –con respecto a algunos temas– alguien muchísimo más sabio ya lo había escrito. Durante un tiempo sentí el impulso de desechar mi libro. Luego logré engañarme con la fantasía de que tal vez yo estaba haciendo un aporte: muchos occidentales necesitarán leer Las trampas de Occidente para entender a Osho. Comparado con Osho, yo parezco un maestrito que recorre infantilmente, punto a punto, los laberintos intelectuales de Occidente, los que Osho demuele con sólo un párrafo. Sin habérmelo propuesto, en Las Trampas hay algunas ideas orientales explicadas desde Occidente.
El pensamiento “oriental” –si es que existe tal cosa– llegó a mí tardíamente, luego de plantear el libro. Han influido primero en mí las vivencias cercanas a las culturas de los pueblos originarios de la América andina.

 
Carl Gustav Jung
(1875-1961) - Leo
Psiquiatra suizo, fue colaborador de Freud en los comienzos del psicoanálisis, dedicándose luego a la psicología profunda. Es autor de conceptos tales como “introvertido", "extrovertido”, “complejo”, “inconsciente colectivo”, “sincronicidad” o “arquetipo”. Promovió en los círculos eruditos la aceptación de Freud, quien era mal visto entonces. Sin embargo, consideraba a la libido como una energía general, no necesariamente ligada a lo sexual (como sí creía Freud).
Menos razonable que Freud y muy heterodoxo, Jung incursionó en terrenos “dudosos” para comprender la psiquis humana, como la alquimia, el esoterismo, la astrología, la filosofía oriental, las culturas primitivas (a las que dedicó infinidad de viajes) y hasta las experiencias místicas.
Al igual que Fritz Perls, Jung abandonó las certezas racionales rumbo a preguntas más amplias que no se dejaron atrapar nunca por la cuadratura científica. Gracias a eso, Jung se convirtió en uno de los principales apoyos de Las trampas de Occidente.
Jung propone “aventurarse por regiones de la experiencia humana oscuras, dudosas y sembradas de prejuicios. [...] En la mayoría de los casos se trata de cosas que no suelen mencionarse en voz alta por no parecer ridículo.”  
Jung tuvo una influencia creciente luego de terminado el libro. Al principio sólo leí su prólogo al Secreto de la Flor de Oro. Meses después, leí otros libros que fueron agregando más citas y más convicción a mis propuestas.
   

Sigmund Freud
(1856-1939) - Tauro
Médico, neurólogo y librepensador austríaco, creador del psicoanálisis.
Freud, como Cassirer, se presenta como un investigador laborioso, con completa y conmovedora honestidad intelectual.
Fue inevitable consultar a Freud durante la escritura del libro, ya que la mayoría de los temas que trato aquí han sido estudiados por este genial austríaco y fue imposible escapar a las permanentes citas freudianas que hacían otros investigadores. Lo había estudiado en la universidad pero tuve siempre a mano una versión digital de sus obras completas, como hice con el resto de los amigos aquí presentados.
Al igual que ocurre con Cassirer, el pensamiento de Freud es por lo general muy distinto al mío en la mayoría de los asuntos de los que me he ocupado. Es cierto también que Freud realizó un desarrollo tan importante que permite que hoy estemos más avanzados en el arduo camino de comprendernos.
Desde mi punto de vista, Freud endiosa la razón y es ciego a otras “razones” que incluso desfilan delante de sus ojos, como he referido detalladamente en el capítulo del lenguaje primitivo (capítulo que finalmente no pudo ir al libro por razones de espacio). Su extrema occidentalidad le impide observar sin prejuicios el mundo natural (como hace Nietzsche), la unidad esencial del humano alrededor de las emociones (como hace Perls), la influencia de factores misteriosos (como hace Jung) o la espiritualidad profunda que sustenta a la propia ciencia (como hace Einstein).
La enorme riqueza y trascendencia de su aporte (el que, en buena parte, considero vigente y valioso) más la gran persona que se presiente a través de sus escritos, me hacen escribir las últimas líneas sintiendo que le estoy faltando el respeto a uno de los hombres más admirables que ha pisado este planeta.

 
Albert Einstein
(1879-1955) - Piscis
Es uno de los científicos teóricos más importantes del siglo XX.
No habló hasta la edad de tres años. El colegio no lo motivaba; era excelente en Matemática y Física pero no se interesaba por las otras materias.
Reaccionó con rebeldía a toda disciplina impuesta, manifestando su oposición al sistema educativo disciplinado.
Militante pacifista, proponía la creación de un estado común entre árabes y judíos, por lo que rechazó ocupar la presidencia de Israel. En 1930, propuso la creación de una comunidad de naciones europeas, que sería realidad décadas después. Fue perseguido en los Estados Unidos debido a su severa crítica al capitalismo moderno.
Premio Nóbel de Física en 1921, su aporte más importante fue la Teoría General de la Relatividad. Propuso revolucionarias concepciones acerca de la Gravedad y de la composición de la luz que aún siguen vigentes. Treinta años no le alcanzaron para encontrar la “Teoría de todas las cosas”, como él llamaba a la actual Teoría Unificada, y que aún dista de ser descubierta. 

 Junto con Nietzsche, Krishnamurti y Jung, Einstein es uno de los cuatro jinetes que siempre cabalgaron delante mío en este libro que critica la médula de Occidente. ¿Será casual que Einstein tenga mala prensa y que muchos sacerdotes de Occidente lo desprecien por ser el padre de la bomba atómica?
Sin embargo, Einstein es a todas luces un pacifista y jamás trabajó en el desarrollo de la bomba. Su tarea consistió en la continuación de la investigación de la Física teórica, la que –desde Copérnico y Newton– trataba de entender las leyes del universo y de la materia. Su trabajo avanzó tanto, que llegó a entender que la materia era convertible en energía y viceversa. Cuando le preguntaron si sería posible destruir partículas de materia para generar energía, respondió entre risas que aquello era tan factible como cazar patos de noche en un lugar sin patos. Otros científicos (menos teóricos que Einstein) comenzaron a trabajar en las posibles aplicaciones de las teorías de Einstein y fueron desarrollando las técnicas que conducirían a la invención de la bomba atómica y la energía nuclear. Es decir, Einstein es tan padre de la bomba atómica como el inventor de la rueda es padre de los accidentes de tránsito.
Debido al gran prestigio de Einstein, durante la segunda guerra mundial algunos científicos le insistieron que debía –en representación de ellos– alertar al presidente norteamericano sobre la posibilidad de que Hitler construyera una bomba muy poderosa.
“En el curso de los cuatro meses últimos, se ha advertido la posibilidad, por los trabajos de Joliot en Francia, así como los de Fermi y Szilard en América, de iniciar reacciones nucleares en cadena en una gran masa de uranio, mediante lo que se generarían grandes cantidades de energía y volúmenes importantes de nuevos elementos similares al radio. Es casi seguro que esto puede conseguirse en el futuro inmediato. Este nuevo fenómeno llevaría asimismo a la construcción de bombas. Puede suponerse, si bien con menos seguridad, que existe la posibilidad de fabricar bombas muy potentes de un nuevo tipo.”
[...]
“Tengo noticias de que Alemania ha suspendido toda venta de uranio de las minas de Checoslovaquia, que ocupó. Que haya actuado de este modo podría explicarse por el hecho de que el hijo del subsecretario de Estado de Alemania, Von Weiszäker, está ligado con el Instituto Kaiser Wilhelm de Berlín, en el que ahora vuelven a efectuar algunos de los experimentos norteamericanos sobre uranio.”
(Carta de Einstein al presidente Roosevelt)
 
El querido Albert me permitió conciliar algunos asuntos que parecían enemistar ciencia y espiritualidad. Es cierto que él no festejaría tanto como yo el habernos encontrado en este libro. Es que Einstein buscó durante décadas lo que yo presentía que era imposible encontrar. Él me ayuda en mi creencia de que la razón no puede explicar el devenir. Porque él dedicó toda su vida a demostrar lo contrario, y no pudo.
La paradoja EPR (página 150 de Las Trampas) era tal vez la única prueba “científica” que yo precisaba para este libro. Mientras esa paradoja se sostenga, usted podrá sostener con orgullo, bajo el brazo, este libro (incluso aquí en Occidente).
Pero Einstein había aparecido por acá mucho antes de darme la buena noticia de la paradoja EPR. La mirada espiritual y política de Einstein me había deslumbrado desde siempre, pese a que él tenía una idea más “razonable” de la divinidad que la que tengo yo. De hecho, las citas que incorporé en el libro se refieren más bien a aspectos religiosos y filosóficos, no tanto a los científicos. Más de la mitad de las citas de Einstein se incorporaron un año después de terminar el núcleo de mi escritura.
“Los argumentos de Einstein eran típicos de su enfoque intuitivo. Siempre hablaba abiertamente del atractivo estético, de la belleza y la armonía de ciertas concepciones de la física clásica. Era este sentimiento, estrechamente ligado a su considerable talento musical, lo que guiaba su pensamiento científico.”
E. H. Hutten
 

Fritz Perls
(1893-1970) - Cáncer
Psiquiatra alemán, creador del enfoque gestáltico. Luego de admirar y ejercer el psicoanálisis freudiano, construyó otro enfoque muy diferenciado y, en varios aspectos, opuesto al de Freud.
Lo descubrí a los tres meses de terminar mi escritura y me apuré a incorporar algunas citas suyas. Pero, sin dudas, Perls había influido en mí a través de sus seguidores. El enfoque gestáltico, si bien no coincidirá con algunas ideas centrales de este libro, parece tener un espíritu muy amigable con el que aquí ensayo. La principal disidencia con Perls quizás se refiera a que él toma al ser humano como un todo mientras yo fuerzo una diferencia entre Self y Yo.
 

Oswald Spengler
(1880-1936) - Géminis
Filósofo y matemático alemán, ensayó que todo sistema obedece a leyes naturales generales, incluidos los sistemas humanos y los culturales.
La decadencia de Occidente no fue escrito hace una o dos décadas –como uno creería– sino hace noventa años. Mucho más serio que yo, Spengler realiza un profundo análisis de distintas culturas. Me permitió confirmar una razonable validez de algunos planos generales con los que analizo a Occidente.
  
 
Thorwald Dethlefsen (psicólogo) y Rüdiger Dahlke (médico y psicólogo)
Su libro La enfermedad como camino llegó a mis manos también tardíamente, pero me permitió incorporar valiosas citas. Guardo importantes disidencias con los autores, en particular aquellas ligadas a un sistema religioso cerrado ya. Pero son muchas más las afinidades que nos unen e invito calurosamente al lector a visitar ese valiosísimo libro.


Thérèse Bertherat
Fisioterapeuta francesa, creadora de la anti-gimnasia y discípula de Françoise Mézières (creadora, a su vez, del método de reeducación postural Tres Escuadras o método Mézières). Es autora de El cuerpo tiene sus razones y otros libros.
Thérèse reaccionó con rebeldía frente a los rígidos paradigmas occidentales que fragmentan la mirada sobre lo humano. Aunque lo hizo inicialmente desde la práctica terapéutica, arribó a una mirada filosófica que no puede ver separación entre lo físico y lo psíquico, ni entre el cuerpo y el espíritu. Sus citas se abrieron paso naturalmente hasta ocupar lugares claves en Las trampas de Occidente.


"Es esencial sentir en nuestro cuerpo quiénes somos, qué somos.
Seamos ante todo cuerpos.
Seamos al fin cuerpos.
Seamos."
(citado en página 368, La trampa del sentido)


 
Mónica Cavallé
Filósofa española.
Nueve meses después de terminar mi escritura, Fernando Carvajal (que había leído mi ensayo) me trajo un libro de regalo: "Miralo. Esta chica dice cosas parecidas a las que decís vos, pero desde otro lugar".
El libro La sabiduría recobrada me deslumbró. Además, algunas coincidencias con mi ensayo eran asombrosas, incluída la admiración por Nietzsche y la descripción del que ella llama "yo superficial". Mónica resultó ser tan o más audaz que yo y en su ensayo despliega una erudición que estoy muy lejos de tener.
Así, Mónica se convirtió en la quinta autora más citada en Las Trampas, luego de Nietzsche, Krishnamurti, Einstein y Jung, todos ya muertos.
Respondió con atención y cariño mis mails y a ella fue destinada la primera copia que se imprimió de Las Trampas.
Mónica es más "espiritualista" y creo que por allí deambulan nuestras diferencias. Además, su mirada es más filosófica que la mía, que está más empapada de Psicología y Biología. Pero me parece que, finalmente, terminamos bailando la misma música. 
  
 
Jiddu Krishnamurti
(1895-1986) - Tauro
Nacido en la India, sus orígenes están ligados a la Sociedad Teosófica, doctrina de origen cristiano pero muy influida por el hinduísmo. La Teosofía abraza a todas las religiones al considerarlas genuinas búsquedas de lo divino.
A los 14 años Krishnamurti es descubierto por la Sociedad Teosófica como una especie de mesías o maestro enviado por la divinidad, por lo que será tratado e instruído especialmente. A los 34 años, Krishnamurti niega categóricamente su carácter mesiánico y disuelve la Orden de la Estrella, creada con el fin de encumbrarlo como "Maestro del mundo". Lo hace delante de 3000 seguidores que se habían reunido para escucharlo, en 1929:
"...Yo sostengo que la Verdad es una tierra sin caminos, y ustedes no pueden acercársele en absoluto por ningún camino, por ninguna religión, por ninguna secta. [...]
Si una organización es creada para este propósito, se vuelve una muleta, una debilidad, una esclavitud, y deja inválido al individuo, y le impide crecer, establecer su singularidad, miente en el descubrimiento por sí mismo de lo absoluto, de la verdad incondicionada. Esta es otra razón por la que he decidido, siendo la cabeza de la Orden, disolverla. [...]
Ustedes pueden formar otras organizaciones y esperar a algún otro. Por eso yo no me preocupo, ni en crear nuevas jaulas, ni nuevas decoraciones para esas jaulas. Mi única preocupación es hacer a los hombres absolutamente, incondicionalmente libres."

Krishnamurti luego se dedicaría a transmitir el funcionamiento de los oscuros procesos mentales que nos generan confusión y sufrimiento. Su prédica rechazaría cualquier clase de dogmatismo, mesianismo o maestría espiritual. Paradójicamente, muchos de sus seguidores lo han considerado un Maestro y han dogmatizado sus enseñanzas.
Aldous Huxley lo describe enumerando los errores en los que Jiddu no ha caído: “No se trata de un sistema de creencias, de un catálogo de dogmas, ni de un repertorio de ideas o ideales. No se trata de ningún caudillaje, ni mediación, ni dirección espiritual, ni siquiera se trata de un ejemplo; ni de un ritual, ni de una iglesia, ni de un código, ni de una elevación o alguna forma de parloteo estimulador.”
Agreguemos que Krishnamurti tampoco se entusiasma con la meditación ni con el yoga ni cree en el poder de la conciencia ni en sus “estados superiores”.

¿En qué sí cree, pues, Krishnamurti? Sin pretender agotar su revolucionario mensaje, aquí subrayaré que el amigo Jiddu propone la crítica al Yo como camino de liberación. Es decir, observe usted la penosa rigidez del Yo, sus patéticas reiteraciones melodramáticas, su negación, su fingir. ¡Listo! Si usted puede hacer esto con valentía, el Yo comenzará a caerse a pedazos. No porque usted se lo proponga sino que, sencillamente, así ocurrirá.
Lo que sigue luego, lo que ocurre cuando el Yo inicia su derrumbe (siquiera por instantes) es algo que el enorme Krishnamurti decide callar. En este sublime silencio es donde reside, para mí, la altura de Krishnamurti. Cualquier palabra que él hubiera pronunciado acerca de lo que ocurre cuando la mente se aquieta habría generado en su auditorio renovados mandatos yoicos, nuevos “deber ser yoicos” y así hubiera fortalecido nuevamente al Yo. Junto con la caída del Yo, ocurre el festín al que Krishnamurti invita, sin dar pistas del menú. Vaya usted allí y fíjese qué hay.
Junto con Nietzsche y Einstein, Krishnamurti fue uno de los primeros locos que hace ya varias décadas se animaron a cuestionar frontalmente dogmas centrales de la cultura occidental y también de la oriental.

"Los hombres que dicen que creen en Dios
han destruido la mitad del mundo.”
(citado en página 297, La refundación del monoteísmo)

Con gran sencillez, el amigo hindú apunta al corazón de las trampas de las que me he ocupado y me ha ayudado con sus valiosas citas a lo largo del libro.
A Krishnamurti lo leí (por recomendación de Norberto Levy) en enero de 2008, es decir, diez meses después de haber escrito el ensayo. Fue conmovedor. Había frases suyas que apenas variaban en detalles con respecto a las mías. Que él hubiera puesto también el ojo en la fantasía del esfuerzo o la forma en que proponía el aquietamiento del Yo, eran cosas demasiado familiares para mí.
Como ninguno, Krishnamurti había pasado por esos extraños parajes que yo había comenzado a pensar que eran resultado de mi completa locura. ¡No! ¡No lo soñé! ¡Alguien más ha pasado por allí! ¡Alguien más ha visto al unicornio!

La principal crítica a Krishnamurti la refiero a que el querido Jiddu no tiene en cuenta al animal que somos. Junto con el Self, Krishnamurti también desecha nuestras genuinas emociones y deseos y, con ellos, nuestro encariñamiento, nuestro oscuro y luminoso sexo, nuestro amor por las kermeses y las zambitas tucumanas.
 
Juan Carlos Kreimer, luego de estudiar profundamente a Krishnamurti, incluye entre sus conclusiones el inquietante párrafo que sigue:
“Los seguidores de Krishnamurti parecen haber postergado sus sentimientos, su existencia, su sexualidad, su diversión. Todas las cosas que constituyen la alegría dinámica de vivir. Hacia el final de su vida, Krishnamurti también parece haber perdido algo de eso. De hecho, se lo ve menos alegre.”  
 

Fritjof Capra
(1939-  ) - Acuario
Doctor en Física teórica nacido en Austria. Publicó su famoso Tao de la Física en 1975, siguiendo el sendero que habían iniciado Nietzsche, Einstein y Jung de mirar más seriamente la filosofía oriental. Capra es quien, a mi juicio, alcanza el vuelo más alto en este sentido, marcando llamativas similitudes entre la lógica necesaria para comprender el mundo subatómico y el posicionamiento milenario de las religiones ligadas al hinduísmo. Explica con sencillez los complejos problemas de la física cuántica.
Por más que había oído hablar de su libro y ya conocía sus conceptos, me asombró que Capra pudiera acompañarme en capítulos como el pensamiento mágico, el mítico y la emocionalidad, además de la crítica al pensamiento racional de Occidente. Las Trampas parece tener más consistencia desde que están las citas de Capra.

"La naturaleza no nos muestra ningún ‘ladrillo básico’aislado,
sino que aparece como una complicada telaraña
de relaciones existentes entre las diversas partes del conjunto.
Estas relaciones siempre incluyen al observador de un modo esencial."
(Citado en página 153, El pensamiento mágico)
  

Eckhart Tolle
(1948-  ) - Acuario
Pensador alemán que vivió en España, Inglaterra y actualmente reside en Canadá.
Muy influido por Krishnamurti y otras escuelas orientales, Eckhart Tolle logra expresar con nitidez algunos conceptos claves de Las trampas de Occidente.
Debí pasar por alto cierto tono "vendedor" que tiene su libro El poder del ahora, seguramente resultado de la influencia norteamericana. Una vez que logré superar mi prejuicio, me di cuenta de que Eckhart tenía mucho que aportar al ensayo. Lo descubrí cuando buscaba amigos para el capítulo de la emocionalidad. Y no había mucho más que Tolle.


Wilhelm Reich
(1897-1957) - Aries
Fue uno de los pensadores más revolucionarios del siglo XX, al tiempo que maldito. Expulsado del los círculos comunistas (por psicoanalista) y de la escuela psicoanalítica (por marxista), perseguido por los fascistas en Alemania y, finalmente, juzgado en Estados Unidos, donde fue considerado loco, encarcelado y sus escritos fueron lanzados a la hoguera. Reich molestaba con sus estudios acerca del daño que producía en el humano la exposición a la radiación nuclear.
El vehemente Reich también se enfrentó con los médicos norteamericanos, ya que sostenía que todas las enfermedades son causadas por la represión, tanto en su sentido político como en el freudiano.
Defensor radical de la democratización de la sociedad, no cesó de denunciar los rasgos del carácter autoritario infiltrados en las familias e instituciones.
Su principal aporte fue la terapia bioenergética, concebida para liberar las tensiones de la coraza muscular, producto de la actividad represora del Yo.
Aunque de origen freudiano, Reich advierte ciertas inconsistencias en el planteo de Freud, especialmente las referidas a los instintos del Yo, tema que Freud resuelve superficialmente y que es crucial para la propia teoría freudiana. Reich sostiene que la tendencia a la muerte es un proceso gozoso (y no un Tanatos) y que debe ser entendido como la natural tendencia a la disolución que tiene cualquier organismo vivo.




Mientras leía a varios pensadores junguianos, me comencé a deslumbrar con algunas citas que hacían de este Wilhelm Reich. Sus malos antecedentes para Occidente hicieron crecer mis expectativas. Entonces leí su arduo Análisis del carácter y sentí que había encontrado la última pieza del rompecabezas.
Reich me acompaña con sus citas en los capítulos más audaces y oscuros para Occidente. Él ya había recorrido los senderos que incluso yo sentía dudosos.
Reich plantea frontalmente la idea que más duele a Occidente: que somos animales, y que nuestra parte animal es la que rige no sólo nuestra emocionalidad sino también nuestra actividad intelectual. Niega que nuestro centro vital se halle en el cerebro y propone un núcleo biológico de estructura similar al de los animales más simples, como la medusa. La descripción de ese núcleo resultó demasiado parecida al Self que yo había ideado intuitivamente 15 meses atrás.
Wilhelm le pide al paciente neurótico que no hable y, luego de estudiar la coraza corporal que ha construido el Yo, la desarma directamente con un abordaje corporal. El pensamiento yoico se reacomoda entonces.

"La solución del problema psicológico
está fuera del dominio de la psicología."
(Citado en página 334, Los laberintos del Yo)

El aporte de Reich en el libro es importantísimo pero no es el único centro alrededor del cual giran mis propuestas. De hecho, no me he amigado con todas sus ideas. Pero, sin Reich, Las trampas de Occidente no hubiera pasado de ser una buena intención.


Lewis Carroll
(Charles Lutwidge Dogson)
(1832-1898) - Acuario
Diácono anglicano nacido en Gran Bretaña, era hijo y bisnieto de obispos anglicanos. Lógico, matemático, fotógrafo, escritor y apasionado por el Teatro, fue conocido sobre todo por su libro Alicia en el país de las maravillas.
Lewis Carroll era tartamudo, tenía fama de perezoso y fue diagnosticado tempranamente de epilepsia y de artritis. Su principal trabajo fue la enseñanza de la Matemática.
Actualmente se lo considera uno de los primeros maestros de la Fotografía, especialmente por sus audaces retratos. Escribió y fue estudiado sobre temas de Lingüística y Lógica.
Rechazaba el concepto de pecado original y creía en la divinidad innata del humano.
Según la propia Alicia Liddell y sus padres, Carroll contó el famoso cuento a Alicia y sus hermanas durante un paseo en bote. Alicia quedó especialmente impactada por el cuento y Carroll se lo regaló manuscrito, cinco meses más tarde.
Muchos detalles de la historia de Lewis Carroll están sujetos a controversias y rumores. Habría pedido la mano de Alicia a sus padres cuando Alicia tenía 10 años y habría sido rechazado. El manuscrito de Carroll habría servido a Alicia para salir de la pobreza en su vejez. Alicia Liddel se casó y tuvo hijos, pero sus últimas palabras antes de morir habrían sido para el ya ausente Carroll.
La aparición de Lewis Carroll en Las Trampas resultó mágica, aunque ya habían pasado 16 meses desde la escritura medular del ensayo. Si bien conocía su vida y sus fotos por mis estudios de historia de la Fotografía y de Lingüística (y también por haber visto la película de Alicia), nunca había estudiado sus textos completos.
Lo leí buscando socios para mi crítica a la lógica y al lenguaje, pero finalmente Lewis Carroll me apuntaló en temas mucho más comprometidos: la represión infantil, el individualismo y el sentido de la vida. Las sencillas y dulces citas de Carroll se convirtieron en el centro alrededor del cual giran mis torpes palabras.

—Quizá si me dijeras cómo te llamas tú —dijo Alicia con timidez—
podría recordar cómo me llamo yo.
(citado en página 358, La trampa de la muerte)

La certera descripción que hace Carroll del combate interior de Alicia (en otras citas) no puede ser resultado de la casualidad. Hay que recordar que, para esa época, Freud tenía 6 años y Nietzsche, con 18, aun no había planteado en términos modernos la lucha entre la razón y los instintos.
Las decenas de eruditos occidentales que estudiaron a Carroll no han advertido las profundas implicancias del texto que sigue, que me auxilia en uno de los momentos más álgidos de Las trampas de Occidente:

“¡Y no pienso hacer caso de las palabras de los mayores
cuando se asomen al agujero y digan:
‘Anda, querida, sube..., te estamos esperando!’
Yo los miraré desafiante desde abajo y les diré:
‘Antes díganme quién soy, y si me gusta esa persona, entonces subiré,
pero si no me gusta me quedaré aquí
y esperaré a convertirme en otra persona’."
(Citado en página 283, ¿Qué le pasa al Yo occidental?)

Alicia Liddell, posando para la cámara de Lewis Carroll


Atahualpa Yupanqui
(1908-1992) - Acuario
Músico y escritor argentino.
En un cierto sentido, Las trampas de Occidente es apenas un arpegio de Atahualpa. El entrañable músico argentino no ha hecho más que repetir de mil maneras que la divinidad está en cada guijarro del universo.
 
  
 
Autores más citados en Las trampas de Occidente


Friedrich Nietzsche
40
Jiddu Krishnamurti
32
Albert Einstein
29
Carl Gustav Jung
26
Mónica Cavallé
17
Thérèse Bertherat
14
Hermann Hesse
13
Wilhelm Reich
12
Fritjof Capra
11
Eckhart Tolle
10
Lin Yutang
10
Lewis Carroll
7
Ernst Cassirer
7
Robert Louis Stevenson
5
Lao Tsé
5
Rabindranath Tagore
5
Kahlil Gibran
5
Fritz Perls
5
Oswald Spengler
4
William Shakespeare
4
John Pierrakos
4
Sigmund Freud
4
Osho
4
Thorwald Dethlefsen y Rüdiger Dahlke
3
Jorge Luis Borges
3
Gilbert K. Chesterton
3
José Saramago
3
Nisargadatta
3
David Suzuki
3
Ken Wilber
3
Desmond Morris
3
Gonzalo Suárez
3
Werner Heisenberg
3
Chuang Tzu
3
  

 Tagore y Gandhi




No hay comentarios:

Publicar un comentario